QUE TIEMPOS AQUELLOS...

 




Y al tercer día resucito… y volvió de entre los muertos y desde ese domingo hasta el presente se celebra el domingo de resurrección de nuestro Señor (el primero de todos nosotros). ¡¡Gruuuuuuuuuuuuuuu!! Lo bueno es que a él no lo hemos vuelto a ver entre la muchedumbre, se fue a la diestra de su padre y nos dejo con todo este “guirigall” de mundo que; en lugar de ir a mejor, ha ido de capa caída y todos aquí se lavan las manos cuales Poncios Pilatos de tres al cuarto. Y aquí me tenéis a mi… entre las cuatro paredes de mi choza, escribiendo con todo mi respeto estas cuatro letras, contando lo que dicen que paso hace la de Dios. Y esperando esta tarde, recordar lo que hacia de niño por estos lares del mundo en el que me ha tocado andar y en algunos momentos arrastrarme hasta poder levantarme de nuevo. Pero nadie me quitara la complacencia de resucitar de mis miserias y volver (aunque descalabrado) al mundo de los vivos. Pues como te comentaba, esta tarde “regolare la mona” en casa, con mi longaniza de Pascua y el chocolate. Me quedare con las ganas de salir de excursión como hacíamos antaño, a recorrer los sitios de costumbre, como mandan las tradiciones de cada lugar. ¡Gruuuuuuu!, en mi pueblo era subir al “Castellet” donde se encontraba la “uela Pinta” (una bruja que vive en una cueva a los pies del “Castellet”, y que se llevaba a los niños que no querían comerse lo que sus padres les daban de comer, los ponia a hervir en una olla y se los comia).



De allí pasábamos a la “Font de Poveda” y bebíamos para refrescar de sus aguas (por aquellos tiempos el agua todavía se podía tomar de aquellas fuentes o al menos, ninguno morimos por ello). Los juegos por medio de la montaña, aquellas risas, bromas, carreras, esas excursiones que nos daban libertad, de sentirnos un poco adultos al ir solos por nuestro pequeño mundo. Por la tarde llegaba el momento de tomar “la mona”, comer la lechuga con sal y romper el huevo en la cabeza de tu colega con la cancioncilla de: “aci en pica, aci en cou…” y en medio de la frente le rompíamos el huevo cocido y pintado a mano por nosotros mismos la tarde anterior. Qué tiempos aquellos…

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