Años de ORGULLO diario...





¡¡¡¡Gruuuuuuuu!!! No fue
 nada fácil salir del armario, quien asegure que si… miente como el peor de los bellacos de los que conozco y que ni siquiera quiero nombrar – (y mira que de los que yo hablo, no lo pueden ser más, ¡gruuuuuu!) -. 

La cosa se complica aún más teniendo como hándicaps haber nacido en un pueblo de unos siete mil habitantes – (con ello quiero decir, que todo el mundo nos conocemos hasta las pecas del culo y que tod@s hablan de tod@s) -. Tener a tu madre enferma del corazón, que al mínimo disgusto la estabas llevando a urgencias – (simplemente por decirle a los diecisiete años, que a mi mayoría de edad quería plantearme independizarme, me cogió un berrinche que creía que se iba a pastar nubes de un momento a otro) -. Otro bastante peculiar era que hasta el momento, solo tenias como referencia  como personas gays a los afeminados del pueblo, aquellos que eran la burla de la villa y la diana de toda clase de objetos y palizas – (además de no sentirme identificado porque mi amaneramiento era cero, pensar ser el individuo despreciado por todo el mundo, no entraba en mi mente y esto dolía hasta sentir ganas de desaparecer de la faz de la Tierra) -. Lo curioso del caso, es que siempre escuchabas la misma coletilla – ("son muy buenos chicos, pero que  lastima por los padres, por que les hayan salido maricones) -… las mismas bocas que decían aquello, eran las que a continuación les hacían un traje de la piel que les quitaban a tiras.

Producto relacionado en Amazón.

Vivir todo eso desde que tienes consciencia de que no sientes al cien por cien como tus amigos  y tener que vivir tu diferencia personal en el más inconcebible secreto, va tejiendo en las inmaduras redes del cerebro, un oscuro y poco idóneo futuro – (y más en alguien con tanta sensibilidad como yo) -. Los años pasan y el problema que es para ti tu divergencia, en lugar de ir facilitándose, se agudiza más si cabe... sientes la presión de la familia, de la sociedad, de los amigos, de la iglesia – (aunque yo no haya sido muy practicante que digamos, ahí tenemos detrás de nosotros toda la cultura judeo-cristiana que te pesaba en el alma) -. Todo aquello te hacía sentir ir contra Natura y te hacen plantear planes a futuro que sabes son los erróneos para tu individualidad. Aunque desde siempre tuve claro que no quería dañar a nadie, tuve mis intentos de socializar mi sexualidad saliendo con alguna chica, por si estaba equivocado o quizás por la cobardía de no nadar contra la corriente de toda una sociedad establecida desde miles de años.

Cuando yo decidí dar a conocer mi tendencia sexual todavia eran unos años bastante más complicados para hacerlo que en el presente. En el momento que note tener cierta consciencia y fuerza para abrir la puerta de tan pesado armario nos encontrabamos en pleno boom del VIH – (días en los que la sociedad aterrorizada pensaban que lo peor en la vida y los causantes de tan terrible epidemia éramos los “maricones”, lo pongo entre comillas porque así nos estiman aquellos que nos quieren desmerecer y no porque a mí me guste etiquetarme así.  No me gusta ninguna clase de calificativos entre personas, y menos si son descalificativos y se utilizan para crear odios y rechazos) -. Además cuando lo hice fue con pareja del mismo pueblo; os podéis imaginar el escándalo tremendo que se armó – (más exitoso que la versión del Escandalo de Fangoria) -, ¡¡¡gruuuuuuuuu!!!. 



El pueblo llano - (ese que siempre tiene la razón...) - se inventaron habladurías de toda índole y de todos los grados de crueldad que os podáis imaginar – (a todo ello; suma ver el dolor de tus familias) -. Lo positivo de todo aquello, es que no lo pase solo y que en este trance nos apoyamos mutuamente mi pareja y yo. Podría haber seguido mintiendo a mi padre que fue el que nos descubrió en mi habitación. Después de una noche fría de invierno, intensa de baile, sexo en el coche y bastante cargadita de alcohol, lo que menos hicimos en la cama fue lo que se le paso por la mente a mi padre. Y aquella imagen formada en sus neuronas le hizo encolerizarse de tal modo, que sus gritos se escucharon en todo el vecindario. No dejaba explicar... no daba opción a que le dijera que se había olvidado las llaves de casa y que no eran horas de dar un susto a la familia llamando a la puerta a esas deshoras… Grito todo lo que le vino en gana – (mi padre era así de temperamental, cosa que sus genes me han transmitido, ¡¡gruuuuuuuuuuuuu!!! ) -. Al ver que no dejaba hablar, le interrumpí de la única forma que pude y le grite que estaba en lo cierto, que éramos pareja y que le amaba… Podría haber esperado a que se tranquilizara y en ese momento decirle la verdad de porque se quedo a dormir allí; pero quizás el estrés del momento y todo el dolor comprimido en el corazón por esconder algo tan hermoso y natural como el amor, me hizo sacar las fuerzas de donde no las tenía, y tirar de una patada la pesada puerta de tan opresivo armario y decirle por fin la VERDAD – (aquella que llevaba escondiendo durante demasiados años dentro de un armario inservible).

P.D. - Vosotros que opináis...


No hay comentarios:

Publicar un comentario