Casi tres años han pasado desde la ultima vez que me asome por aquí, casi tres años de silencio por este rincón. ¡¡Gruuuuuuuuuuuuuuuu!! Mucho ha llovido y mucho me he descompuesto durante estos casi tres años que me he tomado de tiempo sabático. Mi dieta desde entonces ha cambiado y mi barriga se ha hinchado tanto, que no paro de tirarme pedos que huelen a todo menos a jazmín salvaje de las islas Seychelles (quien pudiera pulular por allí y zamparse un sabroso cerebro de un aborigen), y así poder disfrutar de sus vivencias en aquel paraíso tropical.
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Como podrás observar en la polaroid que acompaño a este post, mi físico ha desmejorado, estoy mucho más canoso, barbudo y los ojos casi desaparecen entre las mollas de los parpados ¡gruuuuuuuuuu! Pensaba que siendo zombie no iba a degenerarme y no me dolería ya nada; pero me equivoque de todas, todas. Con la transformación si que tuve un tiempo de conservación, pero el tiempo no perdona ni a los no muertos y hace los mismos estragos que estando con el corazón latiendo y con la sangre corriendo por las venas… (¡¡mmmmmmm, manjar de dioses, brotando bien calentita!!) me voy por los cerros de Úbeda, estoy tan famélico de carne fresquita que me pierdo. Aunque hoy he llenado mis tripas con un buen chivito en el bar Valencia (hacen unos bocatas de miedo y a precio popular). Después del almuerzo no puede faltar el “cremaet” de ron…
* ¿Qué no sabes lo que es?
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Pues a la próxima te pasas por aquí y te invito a uno y ya puestos, después me zampo tu cerebro y así visualizo lo que piensas de mi y lo mucho o poco que te caigo bien o mal, ¡gruuuu! Y es que mis inseguridades no se han ido en mi estado de inmundicia. Bueno; sea como sea, espero verte por aquí leyéndome y sobre todo comentando. Ya sabes que los zombies no nos alimentamos de postillas (costillas… ¡¡mmmmm, ricas!!), pero alegran o sea lo que sea que sintamos los no muertos.
Recibe un buen mordisco en la yugular y ¡¡hasta muy pronto!!
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