Enfant terrible...




Por mucho que mis células estén muertas, la vida continúa a mí alrededor... ¡¡Gruuuuu!! Reconozco que la Naturaleza es hermosa y ahora en primavera que todo está despertando, todo esta espectacular. Como dice aquella canción infantil: "los pajaritos cantan, las nubes se levantan"... y las gatas tienen gatitos, y es fantástico verlos como se aferran a las tetas de su madre y a sus recientes vidas. jajajaja. Nacen tiernecitos, pequeños – (dan ganas de zampárselos de un mordisco y saborearlos) -, lo cierto es que nunca lo he hecho y no sé qué recuerdos me transmitirían sus diminutos cerebros felinos, recién llegados al mundo. Sería incapaz de hacerlo y aunque suene increíble, me cuesta más dañar a un animal que a un ser humano – (no quiero decir con esto, que disfrute haciendo sufrir al cazar a un humano, pero siento que así es más equitativo y que lidiamos con las mismas condiciones) -. Me parece increíble la dualidad de la Naturaleza; lo bella que llega a ser y a la vez poderosa, arrasadora y cruel. Pero es parte de ella, como son parte también del ser humano. Al menos; y a diferencia de la Naturaleza, el ser humano posee un cerebro prodigioso que consigue que tengan sensatez de lo que hace y sus consecuencias, por lo que es menos compresible que tengan esa faceta de “enfant terrible” con sus semejantes – (y esto lo dice un ser con menos luces que el dedo del muñeco de un E.T. con las pilas desgastadas) -, ¡¡gruuuuuuuu!! . Puedo llegar a entender que se llegue a originar ciertos actos por fines de subsistencia o para sobrevivir en esta complicada vida que nos toca vivir o vegetar – (en mi caso canibalizarº) -. Lo que nunca entendí en vida y todavía sigo sin comprender ahora en mí “no vida”, es que por el simple hecho de divertirse, por fines políticos, religiosos o de cualquier índole personal o de camarilla, el ser “humano” llegue a matar o torturar a otro ser vivo y destruya todo a su alrededor. ¡¡¡Gruuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!!!, de pensarlo se me hinchan los guacamoles de tal forma, que hasta mis neuronas muertas se vuelve histéricas del dolor de alma que me produce… – (vaya… si siento ese sufrimiento, ¿será porque todavía tengo alma?) -, por lo visto aún tengo algo de esperanza en el futuro y no llegaré nunca a convertirme en un insensible carroñero.


Fotomontaje hecho a partir de una imagen de Rubens Scarelli:
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